Comentario
Pocos son los datos de los que disponemos para hablar de la arquitectura privada tarraconense y de las zonas en las que se levantaban las domos en las que residían los habitantes de la ciudad. Sin duda alguna, éstas se ubicaban en el área intramuros al sur del tramo urbano de la Via Augusta, como lo demuestran los restos excavados por Serra Vilaró junto a la basílica forense. Se trata de muros correspondientes a una casa con un patio porticado y algunas dependencias anexas cuya fachada se abre a una calle de acceso al foro. Esta calle enlosada, decumanus, y otras dos perpendiculares, cardines, constituyen los mejores restos conservados de la red viaria de la ciudad y permiten afirmar que ésta estaba estructurada siguiendo una retícula de tipo ortogonal.
En la parte baja de la ciudad, en la zona relativamente cercana al foro, se hallaba un gran conjunto termal, muy mal conocido, cuyos restos -corredores inferiores de servicio, dos grandes salas cubiertas con cúpula rebajada y parte del hipocaustum- se conservan todavía bajo las edificaciones actuales; quizás pueda identificarse este conjunto con las thermae Montanae documentadas en una inscripción procedente de este sector urbano. Cerca de éstas se hallaba la schola del collegium fabrum, la sede de la corporación de los obreros de la construcción, cuyos restos han sido identificados gracias al hallazgo de diversos elementos epigráficos y esculturas (una cabeza de Minerva y un busto thoracado, entre otras), fechables en el siglo II d. C.
Las características de éstos y de otros hallazgos esporádicos (epigrafía, mosaicos, escultura) nos permiten deducir que este sector de la ciudad era el ocupado por las viviendas de los tarraconenses acomodados -ya en época republicana-, por las sedes de diversas corporaciones y, también, por los templos, como el de Tutela o el de Minerva, de los que sólo algunas inscripciones nos recuerdan su existencia.
El estudio de los mosaicos tarraconenses, la mayor parte de los cuales procede de las domus de este sector de la ciudad, documenta unas fuertes influencias itálicas en los pavimentos de opus signinum con teselas, de época republicana, y en las producciones de época altoimperial. Para la época severiana se observa una mayor variedad temática, reflejo de influencias norteafricanas, orientales y también de las provincias gálicas, mientras que en el siglo IV d. C. se puede hablar de un taller establecido en la ciudad, cuyos mosaicos evidencian fuertes contactos con el oriente mediterráneo.
El suministro de agua a este sector residencial estaba garantizado por dos acueductos procedentes de los ríos Francolí y Gaiá. Las aguas del río Francolí llegaban a Tarraco a través de una larga conducción a la que corresponde el llamado Pont del Diable o Acueducto de les Ferreres, obra con dos órdenes de arcos de mampostería levantada para salvar el desnivel de un barranco, llamado dels Arcs, próximo a la ciudad. Esta obra de ingeniería ha sido tradicionalmente fechada en época de Augusto. La conducción procedente del río Gaiá, semienterrada o en superficie, accedía a diversos puntos del núcleo urbano a partir de un castellum acquae, distribuidor, situado a occidente del mismo.